
Comunidad Harakmbut
En Shintuya los roles de género están injustamente distribuidos. La mujer lo hace todo, el hombre come y sólo trabaja cuando la mujer no puede. Pienso que la raíz de esta desigualdad viene por los retos de su vida cotidiana hace un par de generaciones, en ese tiempo los hombres debían conseguir el alimento de su comunidad con anzuelos, arcos y flechas. Ahora con la facilidad mercantil, no tienen que pasar 8 horas en la inhóspita selva para conseguir un pedazo de carne. Old habits die hard. El hombre fue invadido por el vicio y la mujer por el mudo reproche de la injusticia. No se debe ignorar este problema, la misma comunidad debe trabajar para erradicar estas injusticias. La chispa que pondría a andar el fuego del cambio es la educación.
Las tecnologías de la comunicación (internet) han crecido para ser la herramienta más poderosa hecha por el hombre, no es muy común encontrar en Shintuya una casa con Internet, pero las hay. Usándolo debidamente y con el apoyo gubernamental se puede proporcionar una educación de calidad, y así, abrir nuevas posibilidades para los jóvenes de Shintuya y la comunidad Harakmbut.
El Capitalismo inundando la moral
Mi obsesión de ver a la selva prosperar sobrepasa mi intención de ayudar a las personas de Shintuya con su progreso. Escribo con mucha tristeza al darme cuenta que así como está diseñada nuestra sociedad, no podemos ver prosperar a la selva y a las comunidades indígenas, ya que sus ingresos dependen de la extracción de recursos naturales.
Es claro que el capitalismo ha infectado desde hace mucho tiempo al Amazonas. Las comunidades pelean por mantener su cultura viva, pero desde hace mucho tiempo el crecimiento económico ha sido una lucha más importante. Los jóvenes se avergüenzan de su cultura, de sus raíces. Desean ser citadinos. Son los locales quienes talan los árboles y explotan el suelo, ellos intentan abastecer la insaciable sed de la ciudad, venden el alma de la selva al diablo de concreto.
Cuanta decepción sentí cuando supe que incluso Oteri no puede eludir la ambición de extraer los recursos naturales de la selva. Cuando me enteré que compró Tornillo (el árbol que plantamos en su programa de reforestación) me dijo: Me da mucha pena que corten Tornillo pero tengo que aprovechar ahora que lo talen. Fue una astilla al corazón, tanto Tornillo que hemos plantado, tan pocos que han sobrevivido y ahora él se beneficiará porque mataron a uno de 90 años ¿Cómo cambiar la mentalidad de tantas personas antes de que lleguemos al punto de no retorno? La gente tiene que vivir de primera mano la infinita belleza, sabiduría y cariño que yace en la naturaleza. Solo así la respetarán lo suficiente para sacrificar su estilo de vida narcisista.
Abundancia natural
La selva no requiere de nuestra ayuda para prosperar, solo necesita que los hombres dejen de matarla, los procesos naturales de la selva son prueba de la infinita sabiduría natural que funciona a base del equilibrio, su abundancia llega por la repetición de ciclos naturales. La cooperación humana debe apuntar al bienestar social sin ser dependiente de la extracción masiva de recursos naturales. La selva sigue intentando recuperar el daño industrial que hicieron los madereros hace 20 años, me deprime saber que estas actividades y otras están siendo explotadas el día de hoy sin la conciencia de restaurar el daño.
Viaje a la asamblea de la comunidad Harakmbut
El viaje comenzó con 6 horas de viaje por el río Manu, debemos llegar a una aldea que sólo es accesible por el río. Cada momento del viaje ha sido emocionante, todos únicos e invaluables. No hay lugar para el aburrimiento. Nunca me fue tan fácil vivir en el presente. Estoy muy agradecido por tener esta oportunidad.
