
La primera vez que vi el Amazonas sentí a mi aliento desplazarse hacia el corazón y este se expandiera de adentro hacia afuera, como si se estuviera asomando por primera vez al mundo. Estaba escuchando Stairway to heaven cuando abrí la ventana del avión y vi mi paraíso mítico popularmente llamado Cielo, lo vi en la abundante vida del planeta y nunca había visto tanta vida como cuando volé por encima del Amazonas.
Las venas del planeta danzan al ritmo de lo eterno. Su trayecto desmiente al tiempo juntando el pasado y futuro en un constante flujo.
Llegada a la aldea Shintuya

Shintuya es una aldea dentro del Amazonas peruano, para llegar ahí debes tomar un transporte en van de Cuzco, un trayecto de 7 horas aproximadamente si no te toca ningún imprevisto en el camino sinuoso, al llegar a un pueblo con escasos indicios de civilización, debes buscar el transporte a Shintuya; una camioneta 4x4 que atravesará riachuelos y caminos borrados por la lluvia entre la selva.
Llegué a las 10:00pm a Shintuya, me botaron bajo la lluvia en la construcción principal de una aldea que según el chofer era mi destino y me dijo “Ahí abajito es la casa de Willy” Caminé hacia donde su dedo indicaba por un terreno lodoso entre dos chozas, en una terraza de madera había una señora desnuda (con una gran sonrisa recordé mis primeras lecturas de National Geographic donde se veían este tipo de imágenes, estaba viviendo uno de mis sueños). No me atreví a preguntarle por dirección. Seguí bajando porque “ahí abajito” podía haber significado hasta el final del pueblo cuando un perro de mediano salió de la oscuridad y explotó en ladridos amenazadores.
No era un perro muy grande, pensé que me ayudaría a exponerme y que alguien pudiera ayudarme. Ya se estaban acabando las casas del pueblo y ninguna parecía estar preparada para recibir un inquilino; mi tenis se hundió en un charco de lodo cuando regresó la lluvia, empecé a pensar dónde podía poner mi tienda de acampar para que me proteja de la lluvia. Regresando a la construcción donde me habían dejado, vi a una niña que paseaba por la oscuridad, no dudé en preguntarle cuál era la casa de Willy y por dicha me llevó a la puerta. Nunca la hubiera encontrado por mí solo, pues su casa no está construida cerca de la terracería del pueblo, para encontrarla, tienes que meterte entre el terreno de dos casas y detrás de altos arbustos aparece una construcción de madera sin luz.
Aquí estaré nuevamente rodeado de insectos y tierra, que placer es el de experimentar la unión física con la misma naturaleza.
Voluntariado

En este voluntariado trabajaré con la comunidad de Shintuya, en la Chakra de Willy (Oteri) tenemos un programa de reforestación y comunión con la selva. Plantaremos principalmente Tornillo y haremos trabajos de construcción.
Mi primera expedición en la selva no encontramos ningún animal terrestre. Me fue casi imposible seguirle el ritmo a Oteri, el suelo es como la piel de un organismo tan viejo como la vida. Hoyos, raíces, piedras y lodo; su estética no es apreciable desde nuestra dimensión y para mis primeros pasos en este ambiente, todo representa un obstáculo. La caminata en la selva debe ser veloz, silenciosa y precisa. No solo debes concentrarte en tus pasos, tienes que concentrarte en todos tus sentidos y recordar el camino del laberinto salvaje que emprendes. Siento que me falta mucha energía para acoplarme en este ambiente.
Abre la corteza del árbol y encuentra su ser;
Habla árbol retumba tu canción que ahora estamos escuchando.;